Lo hacíamos porque había un chico guapísimo que la regentaba, camisetas de futbol y también porque era el local donde servían las cervezas más baratas del centro de Búzios. Allí, en Búzios, haber comido con ellos era como haber ido a una recepción con el rey. A veces, por la tarde, nos pasábamos por una tienda que vendía armas. Les parecerá a ustedes extraño que vendan armas en un sitio donde también venden cervezas.